La falta de reparto del trabajo doméstico supone para las mujeres que desarrollan trabajos remunerados fuera del hogar el gran problema de la doble jornada.
La doble jornada, en muchas ocasiones, coloca a las mujeres ante el dilema de tener que elegir entre trabajo y familia o intentar conciliar ambas viéndose obligadas a:
- Recurrir a empleos a tiempo parcial para poder hacerse cargo de las responsabilidades familiares.
- A delegar el cuidado de sus hijos e hijas a familiares cercanos, (generalmente otra mujer).
- A tener sobrecarga de trabajo, privándolas de tiempo propio, privacidad y espacio para si.
Responsabilizarse de una tarea significa tener la obligación última de su realización, es decir, hacerse cargo y que se cumpla una determinada cosa.
Sin embargo, ayudar supone estar libre de esa responsabilidad final, es prestar cooperación pero no encargarse de su cumplimento.
Por eso las mujeres no necesitamos ayuda, sino compartir la responsabilidad para democratizar el espacio doméstico.
Aunque los hombres estén incorporándose lentamente a las tareas del mantenimiento del hogar, el cuidado de los hijas/os y mayores, lo hacen desde una actitud subsidiaria, de ayuda a las tareas de la casa.
Pero la conciliación para ser efectiva precisa de una plena participación de los varones.
Trabajo doméstico
El trabajo doméstico es un conjunto de actividades destinadas a producir bienes y servicios orientados al mantenimiento y desarrollo físico, psíquico y social de quienes conviven en el espacio doméstico.
- Tiene como características principales que es un trabajo sin remuneración dineraria, no está valorado social ni económicamente, no tiene asignado un precio.
- En la economía patriarcal, no tiene valor de mercado, y por ello, el sistema económico no contabiliza en cifras a la hora de calcular la riqueza (PIB).
- El trabajo doméstico no tiene horario delimitado ni reglamentado y no produce ningún tipo de reconocimiento.
- El trabajo doméstico es desempeñado gratuitamente, por las mujeres en la mayoría de los casos y, en ocasiones, es ingrato.
Quizá por ello no cuenta con un reconocimiento social y adecuado y los hombres lo ven como algo ajeno a sus compromisos pues tradicionalmente se ha considerado "cosas de mujeres".
Que el trabajo dentro del hogar no reciba una remuneración no es impedimento para que las actividades que se realicen en el seno del hogar requieran un esfuerzo y dedicación que en muchos casos superan a otras ocupaciones que si están remuneradas.
Además, el trabajo doméstico no puede entenderse sólo como un conjunto o enumeración de actividades como cocinar, limpiar, planchar, cuidar niñas/os... porque:
- Requiere una toma de decisiones para ejecutarse (qué tareas deben priorizarse, cuando, qué se necesita, etc.)
- La modificación, inclusión o desaparición de tareas (ejemplo: en lugar de fregar los platos, utilizar lavavajillas) no conlleva que cambie la naturaleza del trabajo doméstico (ejemplo: alguien tendrá que meter los platos en el lavavajillas, sacarlos cuando estén limpios y colocarlos en su sitio,…)
- Conlleva una serie de tareas y responsabilidades que se realizan fuera del ámbito espacial del hogar (ejemplo: llevar la las hijas/os al médico, al colegio, etc.,) y en ocasiones tiene una continuidad directa con las que se realizan dentro de él (ejemplo: no puede cocinar si antes no se ha ido a comprar, no se puede llevar la contabilidad doméstica si no se ha ido al banco, etc.) y a las que es necesario también dedicarle importante cantidad de tiempo.
Trabajo emocional
El trabajo emocional es la parte del trabajo domestico en que más energía y tiempo consumen las mujeres.
Un ejemplo para clarificar: Preparar una comida es una tarea doméstica, pero hacerlo teniendo en cuenta los gustos, el cuidado de la salud de la otra persona, el hacer sentir bien atendido al modo de servir la comida, el crear un clima que permita una buena digestión, es un ejemplo de "trabajo emocional".
El trabajo emocional es un servicio del que los varones, incluidos los jóvenes, son beneficiarios sin reconocerlo, y en el que generalmente las mujeres no son recíprocamente satisfechas.
Está acreditado que una mayor jornada laboral no garantiza mayor productividad.
Al mismo tiempo, se constata una creciente insatisfacción de trabajadores y trabajadoras con los horarios y sus hábitos de vida y con su propio equilibrio personal.
El Departamento de Empleo y Políticas Sociales ha elaborado una estrategia para fomentar la introducción paulatina de un cambio de horarios laborales en las empresas de Euskadi.